En Europa, durante el siglo XII se produjo un auge intelectual que hacia crecer la demanda en libros.
Los monjes que sabían leer y escribir realizaban la función de copistas.
Se realizaban copias cuidadosamente, pero esto no satisfacía las grandes demandas así que se tuvo que buscar una alternativa para la rápida reproducción de textos.
Entre 1436 y 1450 se sabe que Gutenberg (un orfebre alemán) inventor de la prensa de imprenta con tipos móviles, la prensa de imprenta era un mecanismo que permitía fundir las letras metálicas.
Su trabajo más reconocido es la Biblia de 42 líneas (se refiere al número de líneas impresas en cada página), que se considera el primer libro impreso con tipografía móvil.
En el siglo XVIII la impresión consistía en colocar los caracteres sobre la platina, encima del papel y presionar con la prensa de madera y mármol.
En Francia, en 1777, Didot construyó una prensa de hierro del mismo tamaño que la hoja de imprimir.
En 1814 konig inventaría la máquina de cilindros.
En 1854 se inventó y construyo la máquina de reacción, que consistía en que el papel, impreso por una cara, retrocedía y era impreso por la contraria.
Cada imprenta fabricaba su papel, otorgándole una marca de agua para así poder reconocer la firma del impresor. Por estas marcas de agua es por lo que se reconocían sus trabajos.
Tiempo después, a principios del siglo 20 se inventó la técnica de foto-componedora, esta técnica supuso una revolución porque permitía que el resultado de una imagen se copiara con los mismos colores que el original. A partir de cuatro películas de color, que representan lo que en la actualidad se conocen como registros de color: negro, magenta, amarillo y cyan.